No se equivoque. La imagen que acompaña a este texto no está tomada en un campo de refugiados cualquiera de la frontera de Turquía, que es donde Europa esconde sus vergüenzas. Bien podría ser, pero no. La fotografía se tomó en San Diego, una de las ciudades más importantes del suroeste de los Estados Unidos, aunque el suroeste no importe un pimiento en el país de Donald Trump.
«El niño que hoy no encuentra aparcamiento en San Diego podría ser mañana su sobrino.
Estados Unidos esconde sus vergüenzas en los aparcamientos. Sabemos que lo es por el niño que, en el centro de la imagen, decide dejar su coche volcado en mitad de la urbanización porque no encuentra una plaza libre. «Estacionar en esta zona está imposible», quiere decirnos. Pero díganme ustedes cómo iba a gestionar el tráfico una ciudad que no gestiona la vivienda y que ha tenido que alojar a las familias que no pueden pagar el alquiler en un lugar así. En San Diego los mercachifles y buhoneros han subido tanto el precio de la vivienda que ya no puedes tener una aunque te levantes todos los días para ir a trabajar. Del alquiler ni hablemos: San Diego es zona turística y los precios están por las nubes. Pregúntenle a los residentes de Ibiza, Málaga, Barcelona o Madrid. La fotografía es, según para quien, una advertencia.
El Houston Chronicle cuenta que en una de esas tiendas de campaña vive Christine Wade que está embarazada de ocho meses y tiene seis hijos. A todos los tienen allí, aparcados. No por mucho tiempo. Parece que en los aparcamientos cada vez viven más personas, crece el hacinamiento y se ha producido una burbuja inmobiliaria de Hepatitis A. Lo que viene a llamarse un brote verde. El alcalde, Kevin Faulconer, ante el riesgo de que los mercados bursátiles se contagien, ya ha dicho que invertirá seis millones y medio de euros en hacer viviendas más dignas para desaparcar personas sin techo.
No sólo las guerras expulsan refugiados. No sólo ocurre lejos de Occidente. El niño que hoy no encuentra aparcamiento en San Diego podría ser mañana su sobrino. En Málaga ya no encuentras un piso de dos dormitorios por menos de 600 euros. Y aparcar está cada vez más difícil.