La fotografía es de 2007, pero la he recordado hoy. La memoria tiene estas cosas: es capaz de devolvernos una imagen a la que en su momento no dimos importancia y pensamos olvidada. También nuestra memoria, individual o colectiva, es salvaguarda de la integridad de las personas o, tal vez sea mejor decir, nos advierte a unos de la falta de integridad de los otros. Y viceversa. Por ejemplo, si fueramos incapaces de recordar que Alberto Ruíz-Gallardón nos hizo creer que sería el esperado by-pass entre la izquierda y la derecha de nuestra política, no podríamos echarle en cara que acabase convertido en vil súbdito de la derecha más tenebrosa.
Aquel día —el de la fotografía, digo— inauguraba o abría las obras de soterramiento de la M-30. Se cuenta que el aún alcalde de Madrid, contemplando desde las alturas el resultado de la intervención urbanística sobre la ribera del Manzanares, levantó los dos brazos y dijo aquello de: «todo esto lo he hecho yo». Muy Napoleónico. Tuvimos que haber sospechado entonces.
Viendo la fotografía uno se imagina al alcalde satisfecho por el trabajo realizado y, sin embargo, la espalda hacia adelante, los hombros caidos con los brazos lacios, alargados hacia el suelo, y su mirada buscando la luz al final del túnel parecían indicarnos lo que no vimos: que aquello no era suficiente, que necesitaba más. Sus ansias se traducen en los varios fracasos con las Olimpiadas, la justica «desuniversalizada», los ciudadanos pagando tasas para defenderse, registros civiles «privatidados» y un rosario de despropósitos que han sucedido mientras el exministro mudaba el azul marino de su traje y el rojo de su corbata a tonos más oscuros. Mientras se atenebraba.
Así se va, soterrado bajo un halo de oscuridad, derrotado por si mismo en el intento de adueñarse de la vagina y la moral de las españolas y de refórmular —sin acercarse a mejorar— nuestro sistema judicial. Dimitir es su mayor gesta y no por la dimisión, sino porque, al hacerlo, ha alcanzado el increible hito de poner a todos los ciudadanos de este país de acuerdo en algo.
Fotografía: Gorka Lejarcegi – EL PAÍS.