Vivo en Málaga. Soy un periodista, un escritor, un flâneur.

No sé por qué motivo has llegado hasta aquí ni si lo que escribo debería interesarte, pero si es así… ¡ensucia lo que quieras!

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Final de Lost II. Explicación definitiva.

Vamos con algunas cuestiones más de las que me he ido dando cuenta. En parte por vuestros comentarios y en parte porque he ido dándole un par de vueltas más. Si no has leído la primera parte del artículo, recomiendo que lo hagas. Si quieres hacerlo pincha aquí. ¿Cuándo mueren los personajes? (II) Ya explico en el post anterior la única teoría que, de momento, no contraviene a lo que dice Christian Sephard en el último diálogo de la serie.

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RELATOS »

El Marinero y el Perro Gris

El Marinero y el Perro Gris

Llegué a la isla por accidente. Pese a las recomendaciones de mi padre, siempre me gustó navegar sola. Salí de Portonovo para hacer mi recorrido habitual vía Canarias. En aquella embarcación aprendí a navegar. Junto a su vela de proa me sentía mejor que en casa. Después de comer me gusta sentarme en la popa y, perdida en alta mar, sumergirme en alguno de mis viejos libros. No recuerdo mucho más de aquella tarde. Si acaso, que la brisa que me acariciaba el pelo se fue afilando y que el sabor a sal que enjuagaba mi lengua ganó profundidad. Supongo que la calma chicha me sorprendió volviéndose...

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Haití, 16:53

Haití, 16:53

Son las 16:42. Hora local. Es la primera vez que llega con retraso al turno de tarde, pero no le importa. Tiene todo planeado para levantar la cabeza frente al sermón del patrón. Don Charles le mirará por encima de sus redondas gafas y escupirá uno de sus habituales sermones. La puntualidad es uno de los aspectos que más ha valorado mi familia durante la larga trayectoria de esta empresa, le dirá con ese aire de viejo rico derrotado por sus complejos. También habrá amenazas que jamás se cumplirán. No tiene cojones, concluye mientras maneja su furgoneta sorprendido por lo poco que le preocupa...

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CUENTOGRAFÍAS »

Un lunar en bicicleta

Un lunar en bicicleta

Mi psiquiatra -esa voz que me habla por dentro- me dice que para entender la magnitud de un problema hay que alejarse lo suficiente. Yo le digo que no, que sólo cuando ves la mancha de cerca, al microscopio, puedes saber si, además de un lunar, es también un tumor....

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Empercudidos

Empercudidos

«¡Mira cómo te me has puesto!». La madre mira con seriedad al niño y el niño no sabe a dónde mirar. Desde luego, mejor que no mire al futuro. O sí. Cuando el presente te deja empercudido hasta el tuétano y sentado en una unidad de rescate cualquiera, el futuro, por...

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Por su jeta

Por su jeta

He aquí un currículum inmaculado y un misterio por resolver. Es la página dedicada a José Manuel Soria en la publicación que recopila las trayectorias de todos los representantes internacionales del Foro económico mundial Davos 2014. No es posible, me digo, que...

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La soledad de la tragedia

La soledad de la tragedia

El elemento principal de la fotografía podría ser tomado por un menú abandonado, pero en realidad es como un ataúd dentro de un nicho cerrado. La imagen fue rescatada del interior de la zona roja que rodea a la Central Nuclear de Fukushima por el fotógrafo...

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Cunas incómodas

Cunas incómodas

Si sólo viéramos la mitad izquierda de esta fotografía tomada en el Hospital Costa del Sol, usted y yo podríamos reconocer la habitación como una UCI normal y corriente. Enfermeros tras el monitor pendientes de las constantes vitales de sus pacientes, recipientes de...

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En realidad, un eufemismo

En realidad, un eufemismo

Esta habitación que nos puede parecer cualquier cosa menos un hospital, en realidad lo es. Fíjense si no en el mecanismo que tiene cada cama para llamar a la enfermera. Aunque podemos imaginar que la enfermera tampoco parecerá una enfermera, sino una abuela...

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COLUMNAS DE OPNIÓN »

La fiel infantería

En lugar de rifles, metralletas, granadas de fragmentación o lanza morteros acuden cada día al campo de batalla con libretas, bolígrafos, grabadoras y cámaras fotográficas. Han tenido que aprender a sobrevivir viendo pasar las balas muy cerca —zas, zas, zas—, justo por encima de sus cabezas. Y les juro que es admirable como lo hacen. Como se mueven en la zona de fuego cruzado que va del despacho del director o del jefe de redacción a la rueda de prensa y de esta, de nuevo, al despacho para acabar en el periódico con el que usted desayuna o en el buenos díasque escucha a través de la radio mientras se afeita para ir a trabajar. Son periodistas de provincias que escriben noticias locales. Periodistas de infantería, dicen. Fieles soldados de sí mismos que se ganan la vida en territorio de nadie. En la trinchera. En su trabajo no hay mejor compañero que la competencia. Firman en cabeceras distintas. Desayunan juntos. Trabajan juntos. Maldicen juntos. El día a día, lo básico, es cosa de...

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La parte por el todo

Existe un pecado de nuestro tiempo que consiste en magnificar una pequeña parte para definir al todo. Algo así como juzgar un gin-tonic menos por su sabor y más por su color o calibrar las dotes musicales de un vocalista por lo que nos provoca su escote. En el país de las etiquetas, cualquier gesto fácil e inocuo puede cosechar las más altas alabanzas, cuando no pavimentar el camino hacia el desprestigio. Unamuno nos enseñó con su San Manuel Bueno que se puede ser buen cura y mártir pese a no creer en Dios; o precisamente por eso. No aprendimos aquella lección –que se lo pregunten a Piqué– y, al tiempo, llegaron las redes sociales en las que atorbellinarnospara siempre en nuestro pecado patrio. De tal modo, un insignificante puede hoy excretar una barbaridad por un altavoz social cualquiera y atribuírsele la importancia y portavocía de todo un movimiento. No faltará quien potencie su arcada verbal y la eleve al debate nacional según el interés. Nadie sabe con seguridad si Aizpea...

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Jindama

Tengo una prima que el mismo día que se casaba se dio cuenta de que la matrícula del coche que había alquilado para ir a la iglesia terminaba en trece. Hoy dice que fue el día más feliz de su vida, pero los que allí estuvimos no olvidamos que llegó a la boda con la misma cara de susto que se fue. Cuando acabó el banquete costó convencerla de que no podía llevar a todos los invitados en coche a su casa. “Por eso he sido la única que no ha bebido”, decía. “Algo va a pasar. Sé que algo va a pasar”, repetía. No pasó nada, si acaso que el miedo y la superstición se divorciaron de su cabeza al día siguiente. Se acercaba el minuto 80 del encuentro de ayer entre el Atleti y el Bayern. El equipo del Cholo ganaba por la mínima (1-0), pero el partido era apacible, con el rival incapaz y los rojiblancos moviéndose por el campo sin alardes y sin fisuras. Entonces fue cuando llegó la jugada clave. La perla de 21 años del equipo alemán, Joshua Kimmich, se dispuso a dar un pase fácil en el centro...

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Sánchez a lo bonzo

Thich Quang Duc fue un monje budista –o bonzo, en japonés– que decidió morirse el 11 de junio de 1963. Por aquel entonces, el gobierno de Vietnam del Sur, bajo el mandato del presidente Ngo Dinh Diem, oprimía a sus ciudadanos. A Thich Quang Duc se le ocurrió un acto de protesta que hasta entonces no tenía precedentes, pero que acabaría sentándolos. Se fue a una de las calles más concurridas de Saigón, dijo que a tomar por saco y se prendió fuego a la vista de todos. Mientras las llamas le consumían, el monje se mantuvo quieto, sin emitir movimiento o sonido alguno. En una suerte de macabra quietud. Una de las peores secuelas de nuestra actualidad política es que ya me será imposible pensar en Thich Quang Duc sin que se me venga a la cabeza Pedro Sánchez. O al contrario, pues al segundo me lo recuerdan más que al primero. Cuando pensábamos que un piloto automático sólo servía para relajarse y volar tranquilo, el líder de los socialistas –o a lo mejor sólo el de la militancia; se dicen...

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Otro mundo

No hace falta saber de física cuántica para descubrir otros universos. El libro que sostengo entre mis manos me habla de hombres valientes que yo no soy, por los cascos Bob Marley canta «Jamming». La suave brisa refresca el ambiente. El mar acaricia los pies de una pareja que, a unos veinte metros, decora de besos el paisaje. Deportistas que corren sobre la arena, padres que juegan a construir castillos con sus hijos y palmeras que se escurren a la vista y bailan en el viento. Por un instante, el ruido de las olas parece ganar la batalla al rugido de la carretera. Es entonces cuando escucho a una chica joven que, a un par de pasos de mi posición, hace aspavientos con los brazos. Su airado tono de voz la convierte en un agente patógeno dentro del paisaje. No acierto a saber de qué diablos está hablando, pero sí la respuesta del hombre que la acompaña. — Vas apañada si piensas que voy a estar todas las vacaciones en vela porque tú quieras llegar a las tantas de la madrugada —dice desde...

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Un par de floretes, por favor

Escucho a un tertuliano radiofónico comparar la que se traen Rajoy y Sánchez con un combate a muerte. Aunque me parezca exagerado hasta como hipérbole, no puedo evitar que Joseph Conrad cruce mi cabeza. En su relato El Duelo, el escritor polaco nos habla de la historia de inquina, odio y persecución entre dos soldados del ejército napoleónico. D’Hubert y Feraud se enfrentan a una sucesión de duelos que comienzan en su juventud —el mismo día que se conocen— y que no finalizan hasta pasada su jubilación. D’Hubert es hombre racional y tranquilo; Feraud es visceral y determinado. Ambos se pasan la vida batiéndose el cobre a muerte con florete o con pistola una vez tras otra. Como quiera que ninguno logra salir del laberinto —es decir, que el otro abandone un duelo con las piernas por delante— se ven condenados a enfrentarse cada vez que sus caminos se cruzan. Ambos, en cualquier caso, acaban siendo reconocidos como dos de los mejores espadachines y pistoleros al servicio del Emperador....

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